Una Masía en la provincia de Barcelona
El origen de la Masia de Mas Cànovas se sitúa en tiempos romanos tal y como confirman numerosos hallazgos de la época aparecidos en la casa: piezas de telar (ponderales), fragmentos de terra sigilata y fondos de ánfora permiten deducir que se trataba de una explotación agrícola en la que se elaboraba vino y se gozaba de una buena calidad de vida.
Las primera mención escrita de la Masia que se ha encontrado es una cita de la casa en un documento del año 1148.
El 1215 el señor de la casa era el caballero Berenguer de Canovis. En un documento del año 1295, se referencia que Simó de Gironella vendió a Guillem de Camós su fortaleza de Cànovas. Se menciona la existencia de horno de pan y de bodega.
La importancia y la independencia de Mas Cànovas viene subrayada por ser una casa ‘aloera’ o de franco alodio, es decir, que sus propietarios estaban únicamente obligados a
pagar al poder eclesiástico y al más alto poder feudal, y no a señores de menor importancia. Durante la edad media existía únicamente el edificio correspondiente a la
pagar al poder eclesiástico y al más alto poder feudal, y no a señores de menor importancia. Durante la edad media existía únicamente el edificio correspondiente a la
casa pero tras los ataques de los corsarios turcos del 1 de agosto de 1545, se edificó una torre aislada protectora que servía de refugio. De este modo, en caso de producirse un ataque, tan solo necesitaban retirar los tablones de madera que comunicaban la casa con la torre, de modo que ésta fuera inaccesible. Un siglo más tarde se construyó una capilla que unía las dos edificaciones, complementándose de este modo el conjunto que se ha conservado hasta la actualidad.
La propiedad de Mas Cànovas se ha ido transmitiendo de padres a hijos desde tiempos inmemoriales. La última propietaria que llevó el nombre de la casa fue Marianna de Cànovas, que vivió el siglo XVIII. Posteriormente ha sido propiedad de sus descendientes: Las familias Prat de Sant Julià, Casanova y Vives.